Entre lo terrenal y lo Trascendental By: Alejandra Rinckeisen
Entre lo Terrenal y lo Trascendental:
Un Análisis Comparativo entre “Espiritualidad y Religión"
By: Alejandra Rinckeisen
Hola amigos, es un gran honor para mí poder compartir con ustedes desde este espacio de Espiritualidad y Autoconocimiento llamado “El Arte de Sanar el Alma”.
Un espacio de autodescubrimiento, sanación y acompañamiento espiritual donde exploraremos la profunda conexión que hay entre las enfermedades, situaciones personales, problemas económicos, conflictos amorosos, procesos dolorosos y las heridas que traemos en nuestra alma, duelos no resueltos, traumas y pérdidas. Descubrirás como a través del Autoconocimiento y la Autoconsciencia podrás encontrar el camino hacia la sanación de tu Alma y la transformación de tu vida!
Para comenzar a introducirnos en este tema tan maravilloso que concierne ciertamente en cuanto a la Espiritualidad, lo primero que quiero compartirles es un Análisis comparativo entre Espiritualidad y Religiosidad , para que nos quede claro que en este espacio nos abocaremos al Área Trascendental del espíritu y no de las religiones, ya que en general suele creerse que la religión y la espiritualidad son lo mismo, pero no, hay una diferencia muy marcada entre ambas.
«Espiritualidad» , procede del latín y quiere decir «cualidad relativa al alma». Es la parte intangible, invisible e inmaterial de nuestra condición humana. La que dota de propósito, significado y trascendencia a nuestra existencia, es decir, lo que le ha dado sentido a nuestra vida: la felicidad, la paz, el amor… Todo ello es patrimonio de la esencia divina del ser humano.
La espiritualidad es la dimensión “interior” que nos conecta directamente con la vida, el universo, nuestra esencia divina, dios o como queramos llamarlo. Es el hálito de vida que nadie ni nada puede darnos ni tampoco quitarnos, es aquello que cuando nos sentimos conectados, nos integra con el todo inundandonos de una sensación de dicha inconmensurable.
La espiritualidad tiene que ver con el autoconocimiento y el misticismo, los cuales transforman nuestra forma de vernos a nosotros mismos y de relacionarnos con la vida.
«Religión» viene del latín «religare», que significa «volver a unir lo humano con lo divino». La religión se apoya en la teología: el estudio racional de dios y se articula a través de profetas, instituciones, rituales, liturgias y creencias religiosas. Es decir que son instituciones religiosas creadas por el hombre y dogmatizadas bajo diferentes parámetros donde se cree que cumpliendo todo lo que se impone se unirá lo humano con lo divino.
Evidentemente, hoy en día ese no es el objetivo de las instituciones religiosas de ningún tipo, porque la espiritualidad es laica y está libre de cualquier corriente religiosa, porque la espiritualidad no es patrimonio del judaísmo, del cristianismo o del islam, ni tampoco de filosofías orientales como el hinduismo, el budismo, el taoísmo ni de ningún otro «-ismo».
La religión viene de fuera hacia dentro, suele ser una imposición. Tanto es así, que solemos seguir aquella fe religiosa con la que hemos sido condicionados por nuestro entorno social y familiar desde pequeños. De alguna manera nos esclaviza a una forma de pensar que no es nuestra.
En cambio la espiritualidad es nuestra naturaleza esencial, viene desde dentro de nosotros mismos hacia afuera; es el resultado de cultivar nuestra vida interior y de reencontrarnos con nuestro ser esencial. No solo nos libera de nuestro encarcelamiento psicológico y religioso
(Considerado por algunos autores como “la pecera conceptual”), sino que nos hace sentir seres absolutamente ilimitados. Es decir que la espiritualidad es lo verdaderamente trascendental en nuestras vidas y lo religioso algo meramente terrenal.
Otra diferencia es que la religión es un conjunto de creencias, supersticiones, ritos, tradiciones, doctrinas, sacrificios, ofrendas, mandamientos y ceremonias basados en la experiencia de otros. Nos obliga a tener fe en algo que no sabemos a ciencia cierta si es verdad o mentira, viviendo en una duda eterna: ¿realmente existe dios? Por el contrario, la espiritualidad no tiene nada que ver con ninguna creencia. Es una cuestión totalmente empírica; podemos verificarla a través de nuestra propia experiencia personal. No es que creamos o dejemos de creer en dios. Sabemos que existe porque lo hemos experimentado en nuestro corazón.
Al haberse institucionalizado, la religión se da demasiada importancia a sí misma, instalándose entre dios y el resto de seres humanos. Hace de intermediaria entre nosotros y el dios-creencia. Fundamentalmente nos desempodera. No en vano, el poder lo tienen los intermediarios: los papas, los obispos, los cardenales, los rabinos, los sacerdotes, los lamas, los maharajahs, los curas, los pastores, los maestros dizque espirituales… Y como consecuencia de esta jerarquía se fomentan los creyentes dormidos.
En cambio, la espiritualidad nos empodera. Prueba de ello es que nos libera de cualquier intermediario que quiera interponerse entre nosotros y el dios-experiencia. Nos lleva a despertar y a vivir conscientemente, en eso consiste la verdadera redención y salvación.
En la espiritualidad los intermediarios no son necesarios.
La religión promueve la moral. Nos hace creer que existen un cielo y un infierno en el más allá. Nos llena de temor, vergüenza y culpa. En cambio, la espiritualidad nos inspira a vivir de forma ética, aprendiendo a dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento y frente a cada persona. Y no por obtener una recompensa después de nuestra muerte, sino porque obrando de este modo nos sentimos bien con nosotros mismos. Actuando así es como comprendemos que el «cielo» y el «infierno» son en realidad metáforas psicológicas relacionadas con la felicidad y el sufrimiento que experimentamos en el momento presente.
“La religión es para quienes tienen miedo de ir al infierno, mientras que la espiritualidad es para quienes ya hemos estado en el infierno.”
(Proverbio Sioux)
Del mismo modo que todos los grandes imperios -como Egipto, Mesopotamia, Grecia o Roma- han acabado desapareciendo, las instituciones religiosas también desaparecerán. Es una simple cuestión de que la humanidad tome conciencia de que no necesita de la religión para llevar una vida espiritual. Y que entienda que instalarse en el ateísmo y en el nihilismo es irse al otro extremo. Sea como fuere, la espiritualidad laica siempre perdurará, ya que representa la esencia misma de la filosofía perenne y para vivir una experiencia mística es requisito indispensable que reconectemos con nuestra propia espiritualidad.
Cuanto más en contacto estamos con nuestra espiritualidad en general, más abiertos y tolerantes nos volvemos frente a cualquier otro tipo de cosmovisiones, ya que desarrollamos la capacidad de comprender que cada alma tiene su propio aprendizaje. De hecho, el fanatismo y el dogmatismo son un claro síntoma de que no hemos vivido ningún tipo de experiencia espiritual. De ahí que sintamos la necesidad de reafirmarnos, mostrándonos intolerantes ante otras formas de pensar diferentes a la nuestra.
Esta es la razón por la que cada religión considera que su camino es el único que conduce hasta la cima de la montaña. Sin embargo, cuando uno alcanza la cumbre toma consciencia de que hay diferentes senderos para llegar hasta ella. Y que todos son igualmente válidos. En eso precisamente consiste reconectar con la espiritualidad laica: redescubrir la religiosidad yendo más allá de cualquier religión.
Les dejo dos imágenes extraordinarias que nos muestran gráficamente la diferencia entre Espiritualidad y Religiosidad.
Les recomiendo ver una película Hindú que se llama “PK”, allí a modo medio chusco nos hace ver con claridad la diferencia tan marcada entre Espiritualidad y Religiosidad.
Recuerda:
“La esencia de lo que haces, te hace ser quien eres…”
Ale Rinckeisen.
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